Novena Parte

Desde que vivía en ese lugar jamás había visto ese dibujo en el fondo del inodoro. Me llamó muchísimo la atención y pensé que de última podría haber sido uno de mis amigos que dibujaron ahí con un indeleble en la fiesta despedida de Joanna y Marcos la semana pasada. Pero... ¿desde la semana pasada que no miraba el fondo del water? ¡Imposible! Los hombres cuando meamos generalmente miramos el fondo del water. ¡Es natural, tenés que apuntar el chorro! Incluso cuando hay gente durmiendo y no querés que el ruido del chorro retumbe en las paredes del baño o simplemente te da vergüenza, tratás de apuntar medio de cotelete para que no caiga de lleno en el agua y entonces siempre tenés que mirar dónde hacés. Me agaché un poco más y lo miré bien de cerca. Ahora podía ver más claro, era realmente un escudo que tenía una línea transversal y en la parte de arriba digamos, había como la cabeza de un carnero, con los cuernos esos medio en espiral. Y en la parte de abajo estaba la flor de lis. Después tenía la forma simple de un escudo y dos espadas cruzadas por detrás. Al fin y al cabo podía ser la marca de la losa del water y ta. Tampoco darle tanta trascendencia a un escudo de mierda. Pero lo que me llamaba la atención no era el escudo, sino mi falta de atención. Eso me shockeó. Yo no soy de los tipos que son super detallistas y se pasan contando y midiendo todas las cosas que ven en el mundo. Pero sí me creo con la capacidad de saber cómo son las cosas de mi casa donde vivo y las cosas que me pertenecen a mí mismo. Si no le prestás atención a tus propias cosas es porque estás mal, ¿no? ¿Es que tengo que aceptar que estoy mal? A ver... los últimos días que he vivido no me han dejado ser lo más normal posible, tampoco. Es como que en esta época la vida me estaba poniendo a prueba y entonces uno hace cosas disparatadas y sí, pudiera ser que no le prestara atención a otras cosas para poder sobrellevar una etapa medio salada. Puede uno perder el control, por supuesto. Sino seríamos máquinas y chau. Igual, con todo, no me cerraba. El examen con la psicóloga me había dado bien, no había pasado nada en la reunión con ella y todos los exámenes rutinarios de control habían salido satisfactorios. Capaz que era porque la psicóloga era nueva y tenía otros procedimientos, pero incluso entre los compañeros no habíamos comentado nada de eso. Sé que es difícil, cuando uno sale de un examen médico, salir a contarle los problemas que te diagnosticaron a los demás, porque siempre la barra está medio que para tomarte el pelo y joder con cosas que capaz que en ese momento no tenés ganas de aguantar, pero en la íntima, con aquellos que te llevás mejor, vos te ponés al día con la angustia. O sea, contás algunas de las cosas que te ponen mal. Pero no había pasado nada anormal para nadie y todos habíamos salido como si tal cosa, así que capaz que tenía que dejar de pensar tanto en eso. Así de simple. Levanté un poco la cabeza de la almohada y vi la cabeza de Su allí trabajando con insistencia entre mis piernas. Parecía estar copada, me daba cosa decirle que no iba a acabar nunca, que yo no tenía ganas de nada y prefería... ¿qué prefería? ¿Estar solo? No... Lo que realmente prefería era ir a trabajar, que se terminara mi licencia y estar con mis compañeros, poner mi mente en alguna tarea y dejar que las ocho, nueve o diez horas hicieran pasar el día lo más tranquilamente posible. Era una demencia. No estoy bien. Con la barra siempre estamos hablando de sexo y lo importante que es el sexo y ahora que una mina me está chupando la pija ¡¿yo tengo ganas de ir a laburar?! Pah... No sé. Capaz que es así, capaz que esto es así y hay que dejarlo que pase. Dejé caer la cabeza contra la almohada de vuelta y miré el techo con los ojos bien abiertos, como para tratar de aclararme o para que ella se diera cuenta, si me miraba, que yo estaba en otra. Una cagada todo. Una cagada porque yo creo que Su es muy dependiente de cómo le da placer a los hombres que le gustan y si se entera de que no me está dando placer se va a poner mal, se va a enojar y me va a mandar a la mierda. Y en este momento, es la única mina con la que puedo coger sin problemas ni amores ni reclamos ni nada de nada. Es medio cagada pero es la verdad, a veces uno tiene necesidades y chau, hay que hacerlo así. ¿La tengo como una puta? Sí y no, digamos. Sí porque se la pongo cuando la llamo y no hay ningún otro compromiso. Y no porque no hay dinero de por medio, a ella le gusta mi sexo. Volví a levantar la cabeza y a mirarla y ahí le puse mis dedos entre su pelo negro pero de manera suave, como para indicarle que yo no estaba gozando, y la sensación que me llegó fue como de ternura, como que yo estaba siendo tierno con ella mientras ella me la mamaba re ensimismada... Al final suspiré resignado y decidí encarar la situación. Yo ya soy un tipo grande, no puedo andar con pendejadas y de última, si algo sale mal, me tengo que hacer cargo. Así que me puse el buzo que Giordano me alcanzó, me calcé la llave de 3/4 en el cinto y me tiré de una en el agua helada. Sabía que nadar vestido era una mierda, pero era la única solución para meterme en esa agua tan fría. La buena noticia era que el agua estaba bastante clara como para ver todo, así que iba a terminar rápido porque era solamente cuestión de encontrar la manivela y girarla desde la base. La mala noticia era que apenas había dado dos o tres brazadas, me dio una puntada en el pecho. Un dolor muy agudo, como una aguja. Me detuve en seco, me llevé la mano al pecho, cerré los ojos bien fuerte y en una mueca solté todas las burbujas que había acumulado en los pulmones.