Quinta Parte

Crucé el patio directamente a la casa enfurecido con la persona que había tocado el timbre. Ya está, ahí había puesto todo mi enojo y calentura con una situación que no entendía. Merecía que le dieran un buen sacudón y una puteada por no esperar tranquilamente a que lo atendieran o lo que fuera. Respeto, no sé. Lo que sea, estaba muy enojado, pero cuando llegué a la puerta la abrí de sopetón y me asusté mucho. Porque volví a ver las latas de pintura exactamente en la misma posición que estaban en el galponcito del patio, pero ahora estaban en la puerta de entrada a mi casa. Marrones y quietitas, ¡parecía que se estaban riendo de mí! Cerré la puerta y sentí el olor de la pintura igual. Supuse entonces que estaba teniendo un mareo o algo así. Porque tengo entendido que cuando alguien tiene un mal viaje sin tomar nada siente olores que no existen, ¡y esas latas no podían estar existiendo ahí! Traté de tranquilizarme y pensar serenamente, pero lo que logré fue bajar las manos con las palmas abiertas y mirar hacia el techo. Me apuré hacia el sofá y me senté con la cabeza entre las manos, no quería mirar hacia la mesa para no ver de vuelta ese color, ¡quería zafar de esa situación marrón! Sentí en los dedos algo mojado y era mi propio sudor, entonces me acurruqué. Se me va a pasar si me quedo así quietito un rato, ¡por favor! ¿Tomar alguna cosa? ¿Qué? ¿Llamar al médico? ¿Qué le digo? Además el médico iba a charlar conmigo un rato largo y mientras venía y charlaba y me daba los medicamentos y se iba, capaz que esto se me pasaba solo. De hecho, ya no sentía el olor, pero creo que era el miedo. Salir de ahí era impensable, escuchaba caer la lluvia todavía golpeando el techo de la carpa y si me empapaba en ese estado quizás empeoraría muy mal. Ahí me di cuenta de que lo que tenía podía ser fiebre, una fiebre galopante, de esas que te hacen delirar y sentir sensaciones como de manos arrugadas, y me toqué la frente. Estaba exactamente caliente y sudaba, pero yo tenía frío, me subí el sobre de dormir hasta las orejas y esperé sentirme mejor acurrucado. Me imaginé que si lograba mantenerme quieto me haría bien, pero la que no se quedaba quieta era mi mente, dando vueltas constantemente en pensamientos de qué me estaba pasando y qué podía pasarme allí solo, en la carpa, acurrucado y sudando, enfermo de quién sabe qué mierda, ¡por Dios! ¿Y si me masturbaba? Capaz me quitaba un poco la tensión, me cansaba, me distraía y me dormía o me dejaba aletargado y podía mantener la calma con más facilidad, olvidando un poco lo que me pasaba y pensando en sexo, en mujeres y en partes del cuerpo de las mujeres que me excitaban. Capaz pensar en alguna mina que no me había podido coger en el liceo y que ahora fantaseaba que sí me la cogía, incluso podía fantasear que ella estaba acá en el camping y me venía a visitar a la carpa. Empezó a llover más fuerte y sonó el celular. Pensé "si es una mujer aprovecho el estímulo y me pajeo, no importa cuál sea el mensaje, pero ojalá que sea de cariño". Estiré la mano hacia mi derecha, desacurrucándome un poco y eso me molestó, pero al tantear sobre la mochila y meter la mano en el bolsillo que era, no encontré el celular. Así que me tuve que desacurrucar del todo y, con el sobre de dormir medio puesto, me arrodillé a buscar el celular. Suspiré pensando que tenía que ser más ordenado si estaba solo en una carpa, enfermo y lloviendo, porque el celular me podía salvar la vida. Entonces me reí, ¿salvar la vida? ¡Pará, exagerado! ¡Tenés una gripe y ya estás comprometiendo la vida! Empezó a llover más fuerte aún y el sonido de las gotas, que hubiera sido precioso si estuviera con una mina acá adentro durmiendo la siesta, era insoportable golpeando el nylon de la carpa. ¿A las hojas de los árboles no les hartaría tanto golpeteo? ¿Cuánto hacía que estaba lloviendo así, un día entero? No tenía mucho miedo de que entrara agua, había puesto la carpa en un lugar bastante alto del camping y había hecho unas canaletas importantes, tomando eso como un buen trabajo físico para empezar mi "retiro espiritual" con energía y compromiso, tratando de imponerme un poco de disciplina en esto de irme cuidando mejor en la vida. Incluso en las cosas pequeñas como las canaletas alrededor de una carpa que, por un lado me podían salvar de situaciones como esta, y por otro me hicieron sudar agachado con una palita de metal que me habían prestado en la administración. Así que había hecho ejercicio físico por una razón saludable en dos sentidos al mismo tiempo. Y además había charlado con la gente de la administración y me habían caído muy bien. Ahora estarían tomando mate allá bajo techo y capaz que comiendo algunas tortas fritas, porque me había parecido gente bastante tradicional cuando hablé con ellas del precio y las condiciones generales del camping. Pero esa era mi propia idea, capaz que en realidad no les gustaban las tortas fritas. Pero, ¡si no conozco a nadie que no le gusten las tortas fritas! Conozco gente que no le gusta la carne, conozco gente que no le gusta la pasta, conozco gente que no le gustan las bebidas alcohólicas, ¿pero gente que no le gusten las tortas fritas? Encontré el celular. ¿Yo lo había puesto adentro de una media? Raro. El mensaje era de Paola y decía "Hola, cómo estás?". Puta madre, no esperaba que el mensaje fuera una pregunta, y menos de Paola. Porque con las preguntas no me puedo pajear, tengo que contestarlas. Al menos no con estas preguntas tan bobas o neutras... En fin, al menos alguien con quien charlar y capaz que... Pero, ¿Paola? Lo que pasa que Paola era la hermana de una ex novia muy linda que tuve hace años. Lucía. La verdad que cogía muy bien con Lucía y los cuerpos se nos "encastraban" muy bien, pero me divertía mucho con Paola porque le gustaba mucho jugar al pool y a las cartas y tenía una "sonrisa para todo", así le decía yo. "Sos una sonrisa para todo". Tanto de bien nos llevábamos que seguimos viéndonos luego de separarnos con Lucía. Más o menos una vez por mes o cada dos meses nos juntábamos a jugar al pool con sus compañeros de trabajo y además ella aprovechaba para presentarme a alguna compañera que estuviera buena o que fuera "fatal" como decía ella, en la cama. A mí en realidad me daba un poco de cosa eso porque yo no me considero "fatal" en la cama y creo que si una persona es muy buena en la cama, va a querer un compañero acorde porque si no va a sentir que está metiendo mucho huevo, como que está invirtiendo mucha energía y si la otra persona es medio torpe o no sabe cómo satisfacer los "requerimientos" de su compañero de polvo, la situación va a ser molesta para los dos. Yo soy standard, digamos. Porque me gusta el sexo como a todo el mundo y me gusta gozar. Punto. De ahí a ser "fatal", me parece que hay un mundo de diferencia. Además la idea de que Paola me consiguiera una amante o una novia me parecía como que estaba tratando de llenar el vacío que la hermana me había dejado. A mí me había dolido la separación con Lucía, pero no era para tanto. Yo ya estaba crecidito y podía llevar bien la situación, con dolor pero bien. Pensé en qué responderle a Paola y levanté la vista hacia el techo de la carpa suspirando, y ahí me di cuenta de que la lluvia había escampado un poco por fin, aunque seguía goteando. Podía ser que gotearan los árboles y que realmente hubiera parado de llover. ¡Ojalá! "Pasado por agua, acá en el camping de La Floresta, Canelones". Y definitivamente descarté la paja. Pero me sentía un poco mejor. Este pequeño contacto con otro ser humano, aunque fuera a través del texto en ese aparatito, era algo reconfortante. Supongo también que era lo que yo quería creer... ¿Pero qué tiene de malo que quiera creer algo que me hace bien, no? ¿Le hace mal a alguien que yo crea eso? No, no le hace mal a nadie. ¿Entonces? "Estoy con una amiga en el auto, estamos cerquita de ahí, ¿te pasamos a buscar para pasear?"