Sexta Parte

Por supuesto que acepté, no me quedaba otra. ¿Me iba a quedar ahí enfermo y encerrado, tratando de calmarme con una paja o mensajitos de texto? Era preferible encontrarme con Paola y su amiga y, en todo caso, que ellas me dieran algún remedio que me hiciera bien, porque las mujeres suelen llevar remedios en sus bolsos, siempre llevan medio que un set contra los dolores de cabeza, de ovarios, algún antialérgico, etcétera.. Yo creo que es porque la mujer está más destinada a estar preparada contra las cosas que le pueden hacer daño y las enfermedades. No creo que tenga tanto que ver con el instinto maternal ni nada de eso, simplemente que se creen más vulnerables y por eso andan como a la defensiva. De hecho si se creen más vulnerables, se convierten en vulnerables, aunque al mismo tiempo se preparen para dejar de serlo cuando les sea conveniente. ¿O era mejor aprovechar el auto y levantar campamento? ¿Yo quería seguir allí en el camping otros dos días más? La luz del sol empezaba a iluminar la carpa. ¡Al fin estaba parando la lluvia! Abrí el cierre y salí, así de medias y sudado, hecho una masa de pegoteo y sudor asqueroso, a ver si el aire me cambiaba mágicamente la piel por otra más fresca, ¡si cambiaba mi yo por otro más fresco! Sentía el cuerpo como empantanado, como si hubiera estado muchísimos días en la misma posición, como una máquina que está vieja y no responde del todo a los comandos... El aire era pesado, el sol no hacía más que calentar toda el agua que empapaba el pasto y los árboles, y el clima estaba pesado. Uf... Pero el cielo se estaba despejando, quizá pudiera sacar toda mi ropa mojada para afuera y colgarla. Y mientras tomaba esa decisión, un pensamiento se me quedó trabado con absoluta seguridad: ya era hora de irme de ahí. Dejar ese camping, ese "retiro espiritual" e irme a casa. Tenía el auto, tenía las muchachas que me ayudarían a desarmar y hacer el bolso y lo mejor era irme para casa y ver cómo evolucionaba la enfermedad y, por supuesto, cómo evolucionaba yo. Parecía todo bastante fácil y parecía que el universo me hubiera puesto ese auto con la chicas allí para poder zafar de esa situación y ¿quién sabe?, capaz que al final la amiga de Paola me terminaba gustando y pasábamos un buen rato los tres juntos. Cuando llegó el auto yo ya estaba adecentado con la ropa puesta aunque me sentía muy cansado y obviamente no podía seducir a nadie en ese estado, a lo sumo dar lástima. Me convidaron con mate al bajar del auto y Paola me presentó a su amiga Natalia. Era bonita, quizás algo gordita para mi gusto, pero me cayó bien. Parecía que sí, que ella tenía ganas de algo, aunque su mirada se posaba más en el camping y en los árboles que en mi: "¿Vamos a pasear un rato antes de irnos?" dijo. Yo no estaba como para pasear y se los dije. Me daba cosa porque habían venido expresamente a ayudarme y yo les estaba cortando el mambo, pero lo que pasa que no podía caminar ni tres cuadras, necesitaba mi cama y descansar. Así que aceptaron, e incluso creo que Natalia de mala gana, pero nos subimos en el auto, pasamos por una farmacia para comprar un antigripal y luego seguimos hasta llegar a casa. Yo iba atrás, en compañía del bolso y no tenía muchas ganas de charlar con ellas, así que hice bastante silencio cuando me lo permitieron y entre el movimiento del auto y mi cansancio, en un momento me dormí. Me desperté al ratito y cuando la vi la puerta de mi casa casi me pongo a llorar. Estaba débil, pero no era una debilidad solamente de la enfermedad, era una debilidad más grande, una debilidad de sentimientos, de sentirme arrastrado por las situaciones sin poder hacer absolutamente nada. Ni soy el protagonista de mis propias enfermedades, ni soy el protagonista de mis propias salvaciones. Me dio un dolor en el pecho y me agarré de la puerta del auto para que no se notara nada, no sé. "¿Querés que te compremos unas cosas para comer mientras te das un baño y te acostás? Ya que estamos con el auto..." Definitivamente Dios estaba de mi lado. Si yo no aprovechaba este cariño y esta situación, era un retardado mental. Les dije que sí y entré en casa, dejando caer la mochila y la carpa en un rincón y yendo al baño primero que nada. Me saqué la ropa y entré en la ducha. Abrí los grifos y dejé que el agua entibiara entre los dedos de mis manos. Era el cielo. Ese momento era el cielo. Mientras me pasaba el jabón por el cuerpo, tenía la sensación de que me iba sacando la enfermedad y la tristeza y se iban con el agua, así que me di flor de baño, muy tranquilo y muy despacio, sabiendo que eso me estaba haciendo mucho bien, llegué a sentir que era como limpiarme el alma. ¡Jaja! ¡Es una locura, porque se parece a esos tipos que van a la iglesia y les dan un jabón para sacarse los pecados y después van a la casa y se refriegan y refriegan! Y esto era parecido, pero me hacía bien igual. Después salí y me sequé tranquilamente. Entré en el dormitorio y me acosté desnudo, con el calzoncillo abajo de las sábanas para ponérmelo cuando vinieran ellas, pero tenía ganas de estar completamente desnudo en la cama, tal cual soy. Me quité el reloj, abrí los brazos y cerré los ojos. Estaba muy bien así, pero capaz que para que el momento fuera perfecto necesitaba música. Me puse el calzoncillo y me levanté. ¿Ya se me había ido la fiebre? Me toqué la frente y no sentí calor de más. Capaz que el baño me había mejorado o la pastilla que tomé en el auto o las dos cosas. Incluso capaz que lo mejor no era estar acostado y esperarlas levantadas para comer algo con ellas y después sí acostarme a dormir de largo, como medio acurrucado y deseando que el mundo se me desconectara un día entero seguido. Prendí la tele. Empecé a ver la de guerra que está nominada al Oscar. Me aburrió. Terminó. ¡Qué raro que no llegaran aquellas! Le mandé un mensaje a Paola. Empecé a ver el compilado de noticias de la noche. Nombraron el fusible flojo pero como de pasada. Nada. Llamé a Paola por el celular. No me contestó. Me puse el jogging, estaba empezando a refrescar. Nada. Me vino hambre y saqué de la heladera el frasco con dulce de zapallo. Agarré un paquete de galletas y puse agua para un té. Nada. ¿Les habría pasado algo? ¿Y si chocaron? Paola maneja muy bien. Sí, pero los demás conductores no. Nada. Me comí dos galletas mientras caminaba por la casa. Por algo está este tema del manejo defensivo, para que los conductores hábiles se cuiden de los otros estúpidos. Nada. Subí el primer tramo de escaleras y miré por la ventanita que daba al pozo de aire. Nada. Habían dos hombres con linternas que estaban haciendo un pozo en el patio interno, habían sacado unas baldosas y estaban cavando, pero era una hora muy rara para hacer arreglos de jardinería, así que me quedé mirando mientras me daba un poco de frío. Nada. Vino un hombre más y traía un pedazo de comida en la mano, venía mascando y cuando llegó, los tres sonrieron como en un chiste. Ahí fue que sentí que algo "podrido" estaba pasando y vi las bolsas en el piso.